Parroquia Santísima Trinidad

Misión e Identidad

Frente del Templo
Frente del Templo

Para la Parroquia Santísima Trinidad de Pirineos II, el sentido sagrado de la misión está en la presencia total de Dios. Las tres divinas personas que conforman el Dios Único y Verdadero: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, al cual se le debe adoración, honor y gloria, cada una de estas divinas personas, tiene una misión concreta para la vida de los seres humanos, la cual es Reconocer el gran amor de Dios Padre, para lograr acercarnos más a la Iglesia y así poder empezar a cambiar el rumbo de la humanidad entera, ya que gracias a su designio divino, hemos recibido el perdón y la salvación por Cristo nuestro Señor. 

Por otra debemos dejarnos llevar por el Espíritu para que así podamos acoger la nueva llamada misionera de la Iglesia actual y sus propuestas para el mundo de hoy: amar apasionadamente a Jesús y en Él a todos los seres humanos, en especial a los pequeños, a los ancianos, a los que sufren, a los excluidos, entre otros.

El Dios Padre, es el Creador por excelencia, es iniciativa de Dios que se acerca al pueblo escogido (Israel). El Dios Hijo, Jesucristo, que es el Emmanuel, “el Dios con nosotros”. El Dios Espíritu Santo, el Paráclito, el Abogado, el Amor del Padre y del Hijo, tiene la misión de ser quien nos recuerde todo y nos enseñe toda la revelación de Jesús a la humanidad, es quien hace posible que podamos entrar en plena comunicación con Jesús y con el Padre.

Toda misión debe ser entendida desde tres elementos básicos: el que envía, el enviado y el contenido. A lo largo de los siglos, Dios siempre se ha valido de mediadores: hombres, ángeles, acontecimientos sociales y políticos e incluso de fenómenos naturales. Con la Santísima Trinidad podemos ver a la Iglesia viva, la cual congrega a hombres y mujeres de todos los tiempos, para que alaben y adoren al Dios Único y Verdadero, para que, comprendiendo sus misterios, puedan acercarse a Él, conocerlo y amarlo, íntima y profundamente, de tal forma que alcancen la Vida Eterna y la Salvación por Él y por ellos concedida. El amor de Dios hacia su pueblo se encuentra inmerso en el Antiguo Testamento, el cual ha ido creciendo progresivamente con el pasar de los años, sobre todo al enviar como mensajeros suyos a los jueces, reyes y profetas; pero muy especialmente se encuentra al enviarnos a su Hijo Jesucristo como el máximo revelador de su amor para con la humanidad.

La Santísima Trinidad es una misión que viene del Padre hacia su hijo Jesús; y del Padre y Jesús al Espíritu Santo; y de Jesús y el Espíritu Santo hacia los discípulos. “Como el Padre me envió también yo les envío” Jn (20,21); La comunión, “como el Padre me amó, yo también les he amado, permaneced en mi amor” Jn (15,9); y el amor, “como yo les he amado, así también ustedes
ámense los unos a los otros”. Jn (13,34). Jesucristo, el enviado del Padre, ha sido glorificado y ahora puede enviar a sus discípulos inaugurando la misión que, a su vez, da comienzo a la Iglesia. Así es el misterio de la Santísima Trinidad: hay un solo Dios en tres personas distintas, que son: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La Tradición cristiana ha sostenido que: la Iglesia procede del amor del Padre eterno, pero sin desvirtuar la unidad trinitaria que existe en Dios, puesto que esta misma Iglesia ha sido fundada en el tiempo por Jesucristo redentor, y congregada en el Espíritu Santo. 

Esto es por el total amor de Dios por la humanidad que se manifiesta en su Hijo Jesucristo. 

Imagen de la capilla de la Santísima Trinidad en el templo.

El amor de Dios debe llenarnos de alegría y hacer que cada uno de nosotros tome como suya la expresión del profeta Isaías: “que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ¡ya reina tu Dios!” Is (52,7).

Finalmente, debemos llenarnos de orgullo y ser palabra viva haciendo la invitación como lo hizo Jesús a sus Apóstoles: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación” Mc. (16,15)

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